Se tiene la idea de que los perros adultos no pueden ser entrenados y esto es totalmente falso, de hecho, la mayoría de las razas controlan de mejor manera su ímpetu y se concentran más cuando tienen más edad que cuando son cachorros lo que hace que atiendan más fácilmente a las indicaciones, aunque siempre es necesario informarse sobre las características generales de la raza que se va a adoptar, independientemente de la edad que tengan.
En este sentido se debe considerar que no todos los perros son iguales, ni en su fuerza, sus destrezas ni en su temperamento, pues casi todos tienen en su herencia los hábitos de sus antepasados que por mucho tiempo trabajaron para los hombres en las actividades de caza, protección, pastoreo entre otras, lo que ha hecho que muchas de las reacciones que tenían fueran pasando de generación a generación, logrando que algunos perros sean más dados a arrear a sus familiares, otros a cavar u otros se desenvuelvan mejor en la protección de los suyos.
Aunado a ello se debe también tomar en cuenta las condiciones en las que ha sido criado o ha vivido el perro que desea adoptar, para tener una idea de cuantos traumas puede tener o por el contrario cuanto apego y fidelidad muestra a su antiguo dueño, sabiendo que hay muchas razas que no toleran tener más de un amo por el fuerte lazo que forman hacia ellos.
En fin, la principal característica que debe ser analizada es la del tipo de raza que va a adoptar, aunque esto no es limitativo para rechazarlos o para considerar que no se puedan entrenar después de adulto, al contrario, es sumamente importante que nuestras mascotas caninas entiendan el lenguaje y las normas del hogar donde vivirá siendo posible aprenderlas a cualquier edad.
Luego de adoptarlo lo primero que debe hacer es evaluar sus reacciones, tanto en el hogar, en la soledad, con los niños, con los extraños y con otros perros, pues normalmente el temperamento que muestran ante estos encuentros es moldeado en una primera etapa de socialización que debe hacerse cuando son cachorros, pero que puede adecuarse con el tiempo.
En este sentido las reacciones que parecen agresivas o de intimidación cuando se enfrentan con otros perros o con extraños es natural e indican que tienen miedo siendo ésta la manera que poseen para defenderse o de alertar que están dispuestos a hacerlo.
En cualquier caso, trate de planificar que su educación conste de varios pasos, la primera es dentro del hogar donde comprenda que no debe hacer lo que quiera y que debe respetar los lugares y los horarios que se establezcan, como no dormir en cualquier parte o comer sólo cuando se le sirva.
Asimismo, incorpore una rutina diaria donde enseñarle las lecciones básicas, teniendo principalmente la disposición y la paciencia de ayudarle a que se desenvuelva mejor, por lo que podría procurar seleccionar un lugar seguro y privado, que no le ofrezca muchas distracciones para que pueda concentrarse mejor.
Además, puede planificar cada lección en entrenamientos cortos, que no tengan más de veinte minutos de extensión, para evitar que se aburra y luego no quiera atender a lo que se le solicita, del mismo modo debe ser consciente de la edad y las condiciones de salud que tenga su mascota, no le exija nada que pueda interferir en su bienestar o en su salud, por lo que es preferible que se aboque a inculcarle enseñanzas básicas y de convivencia.
No lo regañe ni lo castigue, la disciplina y el liderazgo que debe mostrarle no deben ir asociados a reacciones negativas, pues el miedo no es un elemento de unión ni tampoco trae buenos resultados especialmente en perros adultos que ya saben cómo defenderse.
En atención a ello procure establecer estrategias que se basen en las técnicas de reforzamiento positivo que además de fortalecer los lazos con su mascota le ayudarán a mantenerse motivado e interesado en cumplir con lo que se le solicita, especialmente si está consciente que recibirá un premio por ello, bien sea sintiendo la satisfacción y las felicitaciones de su amo como por la degustación de una que otra golosina.
Por último, asegúrese de llevarlo a pasear diariamente, siendo llevado en sus primeros días con el collar y la correa hasta que sepa que es seguro para los demás y para él mismo permitirle caminar por su cuenta, pero trate de que esta etapa sea continua y de no aislar a su can, pues el contacto con la sociedad le ayudará a mantenerse equilibrado y por lo tanto a mejorar sus reacciones.