En primer lugar, se debe tener en mente que la agresividad no es una conducta del todo incorrecta en los perros siempre y cuando sea controlada o no desencadene resultados negativos o peligrosos para los suyos.
Los perros generalmente muestran signos de agresividad cuando sienten que hay algún elemento amenazador que puede ponerlos en riesgo a ellos o a sus familiares u objetos apreciados, además de prevenirlos en la pérdida de su territorialidad, aunque se han dado otros casos que van asociados a las condiciones genéticas de las razas.
Es por ello que lo primero que debe hacer cuando su perro se muestra agresivo con los miembros de su familia o con los extraños es evaluar cuales son las características que definen a la especie, pues algunas pueden llegar a desarrollar conductas extrañas y reacciones negativas debido a alguna enfermedad heredada.
Lastimosamente este aspecto sólo puede ser controlado con la ayuda de un veterinario y sería principalmente con la administración debidamente avalada de fármacos que le ayuden a mantener su producción hormonal en buenos niveles, así como sus reacciones cerebrales, pudiendo prevenir casos aislados de epilepsia.
En este sentido se ha podido corroborar que el uso de la serotonina, una hormona que ayuda a calmar a los seres humanos y animales, puede ser un tratamiento efectivo, pero que debe ser suministrada bajo las indicaciones de un especialista que haya evaluado el caso para no limitar por completo al can, ni mantenerlo sedado, la idea es ayudarlo a controlar impulsos que no son voluntarios.
Otro aspecto que también va asociado a la raza es su temperamento, ya que algunos canes tienen muy elevado su sentido de territorialidad y necesidad de jerarquía, la que defienden a costa de lo que sea y si observan que su amo no es lo suficientemente fuerte como para llevar las riendas forzosamente intentaran ser ellos los que mandan.
Sin embargo, esta es una cualidad que puede ser bien llevada especialmente si se le socializa desde temprano y se le educa con mano firme pero respetuosa, teniendo en cuenta que el trato basado en castigos o amenazas no tiene buenos resultados, siendo más efectiva la de reforzar los lazos con sus dueños, los que una vez que se observen amedrentados por su mascota deberán también evaluar su propio comportamiento.
De hecho, los dueños de los canes somos los que más propiciamos el desarrollo de conductas inadecuadas al no entender cómo funciona la psicología canina y pretender que tengan el mismo conocimiento de las cosas que tenemos los seres humanos, privándolos incluso de los elementos que les pueden hacer felices.
En este sentido se debe recordar que los perros son totalmente rutinarios y que perder algo de su día a día representa para ellos tanto una ofensa como maltrato físico, el privarle de sus objetos habituales, mudarlo e incluso cambiar de alimentos puede contribuir a rebeldías ansiosas.
Lo mismo ocurre cuando a su mascota se le prohíbe reaccionar naturalmente a los impulsos naturales como el de la reproducción o cualquier otro aspecto que cohíba su existencia, siendo importante corregir la conducta tanto del perro como las inflexiones o demandas equivocadas de su dueño.
Por su parte, el motivo que más ocasiona que un perro se muestre agresivo es el miedo, que, si no es resultado de un estilo de vida y de educación negativos entonces puede deberse a una mala interpretación del can de las conductas de sus amos, por lo que tiende a pretender defenderse antes de lo que considera pudiera ser una agresión en su contra.
Para evitar que esto suceda siempre se recomienda mantener a su mascota lo más al tanto posible de las interacciones humanas y no aislarlo a un confinamiento o un encierro, mientras más pronto se socialice más rápido reconocerá los hábitos conductuales de su familia adoptiva y aprenderá a convivir con ellos.
En realidad, esta es la principal clave para asegurar que su perro mantenga una conducta apropiada o un temperamento equilibrado, si no posee alguna enfermedad que lo evite, y es el de la socialización desde que son cachorros, teniendo que mantener contacto directo tanto con humanos, con niños, adultos o con otros animales.
De todas formas, cuando ya se ha presentado frecuentemente estas reacciones agresivas es siempre preferible acudir a un especialista, tanto en terapias como a entrenadores profesionales que sepan como estabilizar la salud mental del can y asesorar a sus amos, donde reconozcan que esta conducta es una alerta que indica que algo va mal y que no se sienten a gusto con ello.
Infortunadamente hay muy pocas ocasiones en las que se debe evaluar tomar una decisión más desconsoladora como la de sacarlos del hogar y llevarlos a una perrera, siendo impulsado por la necesidad de preservar la seguridad de sus niños, ancianos o de usted mismo, pero, esta decisión debería ser avalada por su veterinario el que luego de tratar de tomar todas las estrategias posibles llegue a la conclusión de que esta sería la mejor opción, siendo el último recurso.